Una investigación coordinada por el CSIC alerta sobre los efectos de la sobrepesca y la basura humana en las aguas profundas. Los científicos desvelan una nueva amenaza: la minería submarina.
Según denuncian los científicos, los barcos arrastreros, empujados por la falta de peces en aguas superficiales, están llegando al mar profundo. Sus redes lastradas, una de las artes de pesca más indiscriminadas, barren los fondos marinos llevándose todo por delante, incluidos los corales. Hasta mediados del siglo XX, los pescadores empleaban estas redes en profundidades inferiores a 200 metros. Después, se tiraron al fondo oceánico, hasta profundidades de 3.000 metros, según Ramírez. El reloj anaranjado (Hoplostethus atlanticus), que se pesca en el Atlántico y se vende congelado, el besugo americano, presente en el Golfo de Cádiz, y los peces granaderos comenzaron a caer por cientos de toneladas en las redes de arrastre a grandes profundidades. "Ninguna de estas pesquerías ha demostrado ser sostenible", aseguran los autores en su estudio.
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