Quien cruza Francia hoy en día sigue viendo el país verde y fértil que desde siempre ha sido, además de esos impresionantes ríos de gran caudal que bañan toda la geografía. Pero la impresión de agua a raudales es falsa. Francia se encuentra desde mediados de mayo pasado en situación de alerta roja, a causa de una fuerte sequía que ha afectado al 79% de los acuíferos y ha transformado el país en un museo de horrores económicos: el ganado es enviado al matadero por anticipado, a causa de la falta de pasto, y los cultivos intensivos de cereales están amenazados por la falta de irrigación.
Ciertas administraciones dicen que la escasez de lluvias de esta primavera, sólo comparable a la sequía de 1976, es la única causa de la catástrofe. Pero otras invierten causas y efectos, y proponen otra lectura: esta es la primera sequía del cambio climático.
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