7 mar 2011

EL REINO QUE MURIÓ A CAUSA DE LA TELEVISIÓN.


Bután es un pequeño país enclavado en plena cordillera del Himalaya, montañoso, sin salida al mar, ubicado entre China y la India. Este pequeño país budista del tamaño de Suiza y que no llega ni al millón de habitantes, fue hasta hace poco tiempo uno de los lugares más aislados del mundo. El ingreso de extranjeros estuvo prohibido hasta 1980, pero algunos mandatarios de otros países lo habían visitado siempre con permiso del Rey y de manera muy restringida.

Cuando decidieron abrir sus puertas y observando los efectos negativos que habían causado al medio ambiente los turistas en el vecino Nepal, decidieron limitar su entrada. Establecieron un número restringido de visados anuales e impusieron una tasa económica –actualmente $ 220- para ingresar, lo que lo ha convertido en un destino de minorías. Para tales efectos, en 1983 Bután inauguraba su primer y hasta ahora único aeropuerto en las afueras de la ciudad de Paro.

Pero su mayor desafío y algo que lo hizo muy conocido en el mundo occidental, fue su propuesta de buscar la Felicidad Interior Bruta (FIB) en contraposición al Producto Interno Bruto (PIB), entendiendo el sistema como un todo y partiendo de que valores subjetivos como el bienestar y la felicidad son más importantes que valores objetivos como el consumo, algo fuertemente defendido por quienes tienen raíces budistas y rechazan el desarrollo occidental si no aporta perfeccionamiento emocional y espiritual.
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